El momento de tener a nuestro Bebé ha llegado. Siempre existen muchas dudas sobre cual es la mas adecuada para facilitar la llegada del mismo al mundo, una de ellas es el Parto en el Agua.
Existen muchas preguntas cuando nos planteamos la posibilidad de tener un parto en el agua, ¿qué beneficios tiene para mí Bebé?, ¿y para mí?, ¿es doloroso?, ¿qué ocurre si se complica?. Aquí os dejamos algunas respuestas que creemos que os pueden servir de ayuda a la hora de tomar una decisión:
No deben, las futuras Mamás, tener un parto en el agua si:
- Te ha sido diagnosticada una infección, enfermedad de transmisión sexual o bacteria en el flujo sanguíneo.
- Si entras en labor de parto de forma prematura.
- Tienes un embarazo múltiple.
- El bebé está al revés (de nalgas).
- Tu médico detecta meconio (heces del bebé) en el líquido amniótico.
Pueden dar a luz en el agua aquellas Mamás que cumplan los siguientes requisitos:
- Tienes un embarazo normal, es decir, sin riesgo ni complicaciones conocidas.
- Has cumplido por lo menos 37 semanas de embarazo.
- Entras en labor de parto de forma natural.
- Cuentas con una bañera o tina para el nacimiento esterilizada
VENTAJAS
Los partos bajo el agua gozan de la ventaja de conectar con la forma más natural y primitiva de traer un niño al mundo, aunque debido a los grandes avances de la medicina, este argumento pierde fuerza en favor de los criterios médicos y del hospital. La prioridad siempre debe ser la seguridad y la salud de la madre y del bebé que está por nacer.
MENOS DESGARRES Y EPISIOTOMÍAS.
Los nacimientos bajo el agua resultan en menos desgarres en el perineo (el área entre tu vagina y el ano) y episiotomías (incisiones o cortes del perineo). Esto se debe a que la piel y los tejidos se estiran con más facilidad en el agua.
EFECTO RELAJANTE Y ALIVIO DEL DOLOR.
El agua tibia(37ºC) te ayuda a aliviar el dolor, a relajarte y disminuir la producción de adrenalina. Esto reduce la necesidad de medicamentos y anestesia. Al estar relajada, también te es más fácil controlar tu respiración.
FACILIDAD DE MOVIMIENTO.
El agua aliviana tu cuerpo. De esta forma te es más fácil moverte y cambiar de posición.POSICIÓN MÁS FAVORABLE.La posición utilizada con mayor frecuencia en partos bajo el agua es “de cuclillas”, lo que facilita la apertura del canal vaginal. Además, la madre y el bebé cuentan con la ayuda de la fuerza de gravedad para facilitar el nacimiento, y al estar bajo el agua, no hay riesgo de que el bebé se caiga o golpee.
ACCESO A MEDICAMENTOS.
Aún cuando la mayoría de tu cuerpo se encuentra bajo el agua, puedes recibir medicamentos o anestesia por vía intravenosa.
RIESGOS Y DESVENTAJAS
Los riesgos y complicaciones en un parto en el agua parecieran ser escasos y poco frecuentes, aunque no existe suficiente evidencia para asegurar que así sea. Estos son los principales riesgos documentados hasta ahora:
RIESGO DE INFECCIÓN. Debido a la fuerza que utilizas para empujar al bebé, es normal que evacues tus intestinos durante la labor de parto. En los partos “secos” esto no afecta el nacimiento. En el agua, en cambio, la contaminación es inevitable, lo que incrementa el riesgo de infección.
RUPTURA DEL CORDÓN UMBILICAL. En algunos casos reportados, el cordón umbilical se rompió, causando hemorragia. De ser así, tu bebé podría requerir una transfusión de sangre.
INHALAR AGUA.El bebé puede intentar respirar cuando aún está en el agua. El riesgo de que esto suceda es bajo, puesto que los reflejos del bebé lo llevan a respirar solo cuando entra en contacto con el aire. Un estudio citado por el Colegio Profesional Real de Obstetricia y Ginecología del Reino Unido (RCOG por sus siglas en inglés, reporta un caso de ahogamiento por inhalación de agua durante un parto de este tipo.
DESACELERACIÓN DE LA LABOR DEL PARTO. Entrar al agua muy temprano puede causar que te relajes demasiado y retrases la labor de parto. Procura esperar a los cinco centímetros de dilatación antes de ingresar.
DIFICULTAD PARA EL MONITOREO FETAL. La mayoría de instrumentos utilizados para el monitoreo fetal no son impermeables. Para verificar el bienestar del bebé a lo largo de la labor de parto es probable que debas salir de la bañera o piscina de parto.
SEÑALES DE ALERTA. Cualquier señal de complicación, como sangrados excesivos, estancamiento en tu labor de parto o sufrimiento fetal, requiere que salgas de la piscina del nacimiento.1. Nacer en el agua:Dar a luz en el agua, en una bañera-piscina con 5.000 litros a una temperatura de unos 28 grados es tan seguro como hacerlo en tierra firme. Pero, además reduce su duración, hace que la madre tenga más libertad de movimientos y menos dolores, y favorece la transición del bebé del líquido amniótico al mundo exterior.
“Es un modo de humanizar el nacimiento”, explica el doctor Pedro Peraza, del Hospital General de Caridad de El Ferrol, ginecólogo especializado en alumbramientos en el agua. “El hecho de que la madre pueda adoptar la posición más cómoda para ella, y cambiarla a su voluntad, hace que se sienta la protagonista del trabajo del parto”. Algo similar a lo que opina otro ginecólogo que realiza este tipo de asistencia en Beniarbeig, el doctor Enrique Lebrero, director de la Clínica Acuario: “Un detalle que se ha ido perdiendo es la intimidad del parto. La medicina moderna lo ha convertido en un espectáculo tecnológico, donde la mujer no se puede recoger en su intimidad. El agua facilita ese aislamiento; pero no vale de nada si la siguen incordiando la matrona, su marido, el médico… Ese retiro deja a la madre vivir un poco a su aire la borrachera del parto; libera su cerebro para el trabajo que le espera”.
La importancia del agua estriba en que ayuda a la madre a relajarse durante el periodo de dilatación. A medida que avanza el parto, se suceden cambios en los niveles de consciencia de la mujer. Las fluctuaciones de las secreciones hormonales son, probablemente, las responsables de estos cambios al estar relacionadas con el nivel de abstracción. Existe un nivel óptimo de consciencia con el que se logra una secreción de endorfinas, encefalinas y oxitocinas; así, todo el sistema endomorfínico y endocrinológico de la mujer se ve modificado en esas condiciones.
2. Fases del parto en el agua:
La matrona explora a la madre para valorar cómo progresa la dilatación. Además, le coloca unos terminales en el vientre para controlar la frecuencia cardíaca a través de un monitor.
Cuando el niño asoma la cabeza, recibe la ayuda del médico para salir. No existe peligro de que trague agua, pues tiene oxígeno suficiente para los escasos segundos que está sumergido.
Para asegurarse la perfecta respiración del recién nacido, es preciso que el ginecólogo realice una aspiración profiláctica de mucosidades en la boca del bebé.
Primeras bocanadas de aire del exterior para expandir los pulmones. La circulación cardíaca pasa a ser cardiopulmonar, porque hace falta que la sangre reciba oxígeno.
La madre es ayudada física y psíquicamente por el padre, que se introduce en la piscina con ella. Este llega incluso a cortar el cordón umbilical bajo la supervisión del médico.
La mujer está apoyada en las piernas del padre, sujeta por debajo de las axilas, pudiendo de esta forma separar las piernas y empujar con más libertad para que salga el niño.
3. Facilita las posturas instintivas:
El papel principal del agua es ayudar a la madre durante el periodo de dilatación, pero también es un factor importante en el ámbito psicológico, pues facilita que la parturienta, mientras se halla en un estado de semiflotación, adopte posturas instintivas y naturales, lo que le permite alcanzar ese nivel de consciencia.
Los beneficios de la relajación muscular durante el nacimiento y la disminución o casi anulación del dolor durante las contracciones son evidentes, máxime si tenemos en cuenta la ausencia de tratamiento médico durante el parto en el agua. Desde un punto de vista preventivo, hay que tener en cuenta que más de la mitad de las minusvalías físicas y psíquicas de los niños se originan durante las contracciones del parto. Por eso, hay que tratar de evitar en lo posible estas dificultades, lo que se consigue en cierta manera pariendo en el agua, ya que el agua templada facilita la búsqueda de posturas instintivas.
Según relata la protagonista de esta historia, las sensaciones que experimentan son tan agradables como inolvidables, “al ver nacer a tu hijo de una forma natural, sin ningún tipo de complicaciones ni sufrimientos traumáticos para el bebé y sin sentir apenas dolor durante la fase de dilatación”.
4. Llegar al mundo es todo un trauma:
La temperatura corporal de la madre, y por tanto del claustro materno, está un grado más alto de lo normal (alrededor de 37º ó 37,5º) por la acción de la progesterona. Por otro lado, el ambiente de un quirófano no supera, normalmente, los 20 grados. Pasar de 37 a 20 grados produce, lógicamente un shock.
Se produce entonces una vasoconstricción periférica para ahorrar calor. Eso es lo que pasa con el niño que nace en un quirófano normal: baja su temperatura 17 grados de golpe y se pone morado.
5. Nada de cambios bruscos:
Además una modificación brusca de la temperatura provoca un elevado consumo de glucosa en sangre. En ese periodo de adaptación, el niño consume gran parte de la reserva de glucosa que trae del vientre materno. El problema es que las neuronas sólo se alimentan con azúcar y, si baja la glucosa, puede haber problemas cerebrales. Si se pasa al niño de los 37,5 grados del útero a los 37 de la piscina, no existe ese problema.
Por otro lado, dentro del claustro materno tiene una circulación cardíaca diferente, porque los pulmones aún no respiran. ¿Qué es lo que hace al nacer?. Respirar para expandir los pulmones. Cambia la circulación cardíaca y pasa a se cardiopulmonar, porque hace falta que la sangre pasea los pulmones. Ese shock también es un trauma fisiológico: esa primera respiración es menos traumática para el niño si pasa por un tránsito intermedio.
Para el profano, el tema de la higiene genera ciertas dudas. “Antes de meterse en la piscina-bañera -aclara Enrique Lebrero- tanto el padre como la madre se han aseado mediante una ducha a fundo. La mujer, además, está preparada como en el parto de quirófano con un enema de limpieza, por lo que no hay defecación. Y por si alguien está pensado en la sangre, nunca, en ningún parto, la hay antes del nacimiento. Cualquier ginecólogo sabe que, a no ser que existan problemas, nunca hay sangre antes de la fase expulsiva”.
Después de nacer el niño, en el tercer periodo del parto, al expulsar la placenta, si hay sangre. Se saca entonces a la mujer y la pasamos al sillón de parto que está al lado del quirófano. Si hay algún problema (una compresión del cordón, por ejemplo), como en cualquier otro parto, se la puede trasladar inmediatamente al quirófano para hacer una cesárea, emplear una ventosa o lo que haga falta para ayudar al niño. E incluso, en el momento del expulsivo, si las maniobras van a requerir una atención especial, porque es un niño grande o hay un problema de hombros, en cuanto se llega a la dilatación completa y está a punto de coronar la cabeza, se la acerca al sillón de parto.
6. No se necesita preparación previa:
En cualquier caso, la protagonista es la madre. Ella es la que decide si entra en la piscina-bañera o no, y, una vez dentro, cuándo desea salir. Lo más interesante de este método es que no se necesita una preparación previa. De hecho, a cualquier embarazada que llegue al hospital para dar a luz se le puede ofrecer meterse, y si no le gusta, se sale. No hay que olvidar que el trabajo de parto dura entre 8 y 12 horas. El periodo de dilatación es lo más largo y pesado; sin embargo, el periodo expulsivo es muy corto. Si todo este proceso puede acortarse, es de agradecer, porque así la madre no se agota y su colaboración es mayor, lo que repercute posteriormente en el recién nacido.
Y no se utiliza, a no ser en algunos casos en que hay una distocia grave, ningún tipo de medicación, aunque se puede poner el goteo dentro del agua, Ésta, por sí sola, estimula las contracciones. Actualmente, se está realizando un estudio sobre la inducción al parto con mujeres que, habiendo salido de cuentas, no acaban de presentar contracciones y que, al meterse en la bañera, se les acelera el proceso. No se sabe por qué: puede ser la presión hidrostática, el calor, etcétera; pero lo cierto es que resulta muy relajante. Incluso remedia muchas distocias: ciertas alteraciones, por ejemplo, de rotación, de pelvis límite, de fetos que no circulan bien por el canal de parto… o cuando las mujeres están tensas, se solucionan en el agua.
Hay que subrayar, además, que la posición que adopta la madre en el parto es importante. El cambio de postura en el periodo expulsivo, que durante siglos había sido en cuclillas, se cambió cuando surgió la figura del médico, momento que coincidió también con la aparición del fórceps. Pero esto no se hizo para mayor comodidad de la madre, sino , simplemente, del equipo que la atendía.
7. Ésta es la postura más natural:
A partir de ahí, empezaron a aparecer más problemas, porque la postura boca arriba no es la mejor, como se ha reconocido y subrayado científicamente. Hay factores que influyen, como la compresión de la vena cabe inferior, las cilíacas o la arteria aorta. Eso hace que el volumen de sangre por minuto que pasa por el corazón de la madre disminuya, lo que puede afectar en la transferencia placentaria al niño.
“Se sabe que no se debe parir boca arriba, pero aún se sigue haciendo”, señala el doctor Enrique Lebrero. “Y es que cambiar la mentalidad y la actitud de toda una serie de equipos médicos que están acostrumbrados al parto boca arriba es difícil. Y si bajar a una mujer de la silla de parto a ponerla, por ejemplo, en cuclillas va a costar, meterla en una piscina, como sucede ya con tanta asiduidad en los hospitales del norte de Europa, llevará años…”.
los autores:
Jaime R. Parrondo
Artículo publicado en la revista “Ser Padres Hoy”, nº 258 – Mayo 1996
Enlace Original: http://www.i-natacion.com/articulos/matronatacion/parto.html